JUVENTUDES MARIANAS VICENTINAS - PROVINCIA DE CALI COLOMBIA
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CONSAGRACION

“La Asociación ofrece a los jóvenes la Consagración a Cristo por María como una manera de explicitar su consagración bautismal y hacer de su vida un don total a Cristo, desde el servicio y la evangelización de los pobres, eligiendo a María como Madre y modelo de vida. La Consagración a Cristo por María será fruto del conocimiento profundo de la Asociación, de la formación en la fe y de un

discernimiento serio en el Espíritu” (Estatutos Internacionales JMV, Nº 10).

La consagración es también una vivencia que queremos actualizar. Hoy en día se

habla de dedicar la vida al deporte, a la familia, a la profesión, etc..... esto conlleva una entrega, una valentía, un compromiso y un testimonio de vida. Igualmente, los jóvenes que hacen la consagración a Cristo con María se entregan a la causa de Jesús, con sus vidas y en medio del mundo – con todo lo que son, lo que tienen y lo que hacen proclaman a todo el mundo su opción cristiana. La consagración mariana nos conduce a la santidad desde el compromiso apostólico. Supone una apertura a las diversas formas de colaboración y servicio que responden a las necesidades del mundo de hoy.

 

¿Cómo definir o describir la consagración en la Asociación de JMV?. De muchas maneras desde luego, pero no se trata tanto de precisión de palabras cuanto de

realidad de obras. Podría expresarse así:

 

Es una decisión personal firme, sincera y libre, de vivir las exigencias bautismales, entregándose plenamente al seguimiento de Cristo y a la construcción de su Reino, inspirándose en la entrega de la Virgen María y optando vicencianamente por la evangelización de los pobres.

 

La consagración es una respuesta de fe que se convierte en programa de vida. Es

nuestro sí a la invitación de Cristo: "Si quieres… sígueme" (Cf. Lc. 9, 23). Consagrarse es vivir intensamente en Cristo y por Cristo, siguiendo el Evangelio y buscando la perfección del amor. Para realizar este ideal encontramos en María el camino que conduce más directamente a él. Al hacer nuestra consagración hacemos nuestro su “fiat” a la voluntad de Dios (Lc 1,38) y la acogemos filialmente como el discípulo en su casa: “Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,27). Por eso nuestra divisa es “A Jesús con María”. Porque María potencia el don de nosotros mismos, nuestra disponibilidad y nuestra colaboración efectiva en la construcción del Reino.

 

Es bueno recordar la definición que hizo Pío XII de la consagración a la Madre de Dios: “Es un don completo de sí mismo, para el tiempo y la eternidad; es un don no de puro formalismo o de puro sentimiento, sino un don efectivo, realizado en la intensidad de la vida cristiana y mariana, en la vida apostólica”. El teólogo Karl Rahner, tratando el mismo tema, llama “hora estelar” a ese momento –momento de la eternidad en el tiempoen que un cristiano decide para siempre el rumbo de su propia vida. Bello nombre –hora estelar para expresar el momento de la consagración.

Como la Asociación ha mantenido siempre, “la consagración es su alma”, es el alma de su espiritualidad.

 

Inspiración Mariana

 

En JMV la Virgen María es la madre, la fundadora, la catequista, nuestro modelo en el seguimiento de Cristo. Escribe Catalina Labouré: “Un día le dije al P. Aladel: La santísima Virgen quiere que usted comience una asociación de la que será fundador y director; se trata de una asociación de Jóvenes de María, a quien la santísima Virgen concederá muchas gracias”. ¡Jóvenes de María! Bella denominación para los miles de jóvenes que en tantos lugares del mundo  conforman pequeñas comunidades de fe.

Naturalmente, el tomar a la Virgen María como modelo supone una constante inspiración en su ejemplo, un recurso confiado y suplicante a su intercesión, un compromiso por fomentar su culto y, sobre todo, una identificación con ella, especialmente en los valoresvirtudes tradicionales en la Asociación: humildad,

disponibilidad, caridad, transparencia y sencillez. E incluye el conocimiento profundo de su persona, de su relación con Cristo y con la Iglesia. María es la primera creyente.

 

Su “fiat” al anuncio del ángel es su consagración a Dios, la “hora estelar” de su vida. Una “hora estelar” realizada en el tiempo y para siempre, modelo y estímulo de la “hora estelar” de todos nosotros.

 

Apostolado al estilo vicenciano

 

Toda espiritualidad desemboca en apostolado (Cf. Mc 3,14). Insertos por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo... somos destinados al apostolado por el mismo Señor... para dar testimonio de Cristo en todas las partes del mundo. El apostolado se ejerce en la fe, en la esperanza y en la caridad, que derrama el Espíritu Santo (Cf. AA 3)  Mientras que Cristo sale a nuestro encuentro en la Palabra y en los Sacramentos cada vez que la comunidad se reúne en nombre del Señor, pasa también por nuestra vida cotidiana en la persona de los pobres y en los acontecimientos del mundo. Acoger a los pobres es acoger a Jesús. Sin los pobres no podemos estar con Cristo y a la inversa, Cristo no es separable de los pobres: ellos son su sacramento (Mt 25, 40). Por eso, hacemos una opción por los pobres como campo predilecto de nuestro apostolado.

Como María en el Magnificat, queremos estar al lado de los necesitados. JMV quiere trabajar con ellos para evangelizarles y dejarse evangelizar por ellos, queremos con ellos buscar su promoción humana integral. De esta manera hacemos efectiva nuestra entrega a Cristo y creíble nuestra fe en medio del mundo.

San Vicente es el santo de la Misión y la Caridad, orientada a los más pobres.

San Vicente es tomado como modelo y protector de la Asociación, después de la Virgen María. Tanto en el campo de la espiritualidad centrada en Cristo y en los pobres , como en el del apostolado Misión y Caridad , la nota Vicenciana ofrece un horizonte sumamente sugestivo y atrayente para los jóvenes con ideales. En la escuela de Vicente de Paúl, JMV aprende a “pasar incesantemente del amor afectivo al amor efectivo”, que es el servicio a los pobres, emprendido con alegría, constancia, humildad, y creatividad.

Por eso JMV pertenece a la Familia Vicenciana, a esa procesión de congregaciones y asociaciones que nacieron directamente de San Vicente o se inspiraron en su carisma para continuar en la Iglesia la realización del proyecto de Jesús, evangelizador y siervo de los pobres.

 

La Consagración, “aspiración” de todos

 

Evidentemente la consagración es una decisión seria: es aspirar a una entregatotal efectiva. Pero antes de ser un compromiso o ideal por realizar, es una llamada, una gracia, una acción de Dios que toca y transforma al ser humano en su realidad más profunda. En todo caso, la consagración a Cristo con María debe ser una aspiración de todos los miembros de JMV, es decir, todos deben aspirar a hacerla y vivirla. Es una decisión seria porque pertenecer a la Asociación supone un compromiso. Por eso, la consagración será el fruto de una fe madura de la cual brota un “sí” espontáneo, libre y responsable. JMV no es un club de amigos que se reúnen cuando gustan para una determinada tarea o simplemente para encontrarse y comunicarse. No es tampoco el grupo genérico de jóvenes de una parroquia que quieren colaborar temporalmente en ciertas actividades, sino una Asociación eclesial que vive en fidelidad a un carisma y una misión que le han sido confiados. Consagrarse en la Asociación es seguir a Jesús, el amigo que nos pide vivir en coherencia y radicalidad su Palabra. En el fondo de la consagración existe un deseo profundo de escuchar la Palabra, meditarla, compartirla y ponerla en práctica.

Necesidad de una formación adecuada La consagración exige pleno uso de la libertad y, por tanto, pleno conocimiento: de uno mismo, de Cristo, de la vida cristiana, del papel de María en el plan salvífico de Dios, del carisma vicenciano y de la Asociación. En pocas cosas ha insistido tanto la Iglesia y sus instancias como en la necesidad de formación. También la Asociación porque “es ella la clave del camino de nuestra fe” (AG 2000,  Documento final,2). Y es que, sin el conocimiento progresivo de Jesucristo, de la Virgen María y del ser cristiano no se puede llegar a vivir con fervor, con ideales de amor y de servicio No se ama lo que no se conoce. Si se llega a conocer el sentido cristiano de la consagración, el valor

de la entrega a Dios y a su Reino, será fácil aspirar a ella, vivirla y formularla. Por eso, el acto de consagración no puede improvisarse; es un acto tan denso y un compromiso vital que requiere una maduración y una preparación adecuada para que sea “fruto del conocimiento profundo de la Asociación, de la formación en la fe y de un discernimiento serio en el Espíritu”, como piden los Estatutos Internacionales.

 

La fórmula de la Consagración “A J esús con María” es bellísima y progresiva:

 

1°. DESCUBRIRTE: Llego a la JMV con un conocimiento de mi fe que acaso proviene sólo de tradición familiar. Comprendo que tengo que descubrirte personalmente. Tu me dijiste que pida y se me dará, que busque y encontraré, que toque y se me abrirá (Mt 7,7). María, la primera que lo hizo, me ayudará.

 

2°. SEGUIRTE : Sólo tus pasos, eres el Camino, me llevarán a donde tú quieres. María te siguió siempre, aún antes de que te diera a luz. Su caminar no fue por alfombras suaves, sino por asperezas oscuras. Peregrina de la fe, dándome la mano, me alumbrará el camino en pos de ti, con confianza y esperanza.

 

3°. AMARTE: Al experimentar tu amor a todos, me será fácil y feliz el amarte. Podré repetir lo de san Agustín: mi corazón estaba inquieto hasta que te encontré y te seguí. Y seguirá inquieto hasta que te siga encontrando más y más. ¿Quién te amó más que María, tu madre y la mejor de tus seguidores? Su corazón encenderá el mío.

 

4°. ENTREGARME: Quien ama no puede descansar hasta entregarse por entero a la persona amada. Sobre todo si la persona amada es lo más amable y se entregó antes por él. Al entregarme a ti, no podré hacer otra cosa que entregarme a los tuyos, que ya son míos también, especialmente a los jóvenes y a los más pobres del mundo. Esa es mi consagración. María, la primera consagrada y la aurora de la evangelización, me enseñará la manera.

 

¡Señor Jesús, a ejemplo de María, quiero DESCUBRIRTE! Con ella, Madre de la Iglesia, quiero ser presencia joven en el seno de una comunidad servidora,

comprometiéndome con generosidad a la evangelización.

¡Señor Jesús, a ejemplo de María, quiero SEGUIRTE! Con ella, hija predilecta de Dios Padre, quiero ser como Tú, evangelizador de los pobres, en fidelidad a la consagración bautismal, siendo constructor de Vida, Amor y Paz!

¡Señor Jesús, como María, quiero AMARTE! Con ella, Virgen orante, llena del Espíritu Santo, quiero hacer de mi vida un camino de Oración y Servicio, en la sencillez y humildad, asumiendo la espiritualidad del Magnificat.

¡Señor Jesús, como María, quiero ENTREGARME! Con ella, la primera discípula, quiero abrir mi corazón y mi mente a la misión, para que los dones que Tú me has regalado lleguen a los jóvenes del mundo, siendo tus manos, Señor, para los demás.

¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti!.

En el Congreso internacional mariano de 1904 se ofrece un esquema de Contenidos que, a mi juicio, puede ser válido hoy, con tal de que se le llene con todas las

aportaciones que la Teología de hoy nos ofrece. Se afirma que la Asociación, la

consagración de la Asociación tiene como metas:

— reanimación y fortalecimiento en la fe.

— santidad personal.

— apostolado (Se insiste en el apostolado por el ejemplo, testimonial y familiar).

— orientación para la vida matrimonial o religiosa.  

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